se desperto como siempre bien temprano para tomar unos mates con el viejo mientras afinaban la guitarra, puso la pava al fuego, cebo el mate y extrañado fue a despertarlo, golpeo la puerta, lo llamo: viejo, papá, ya va siendo hora... entro en la pieza y el viejo no estaba.
lo espero y el tiempo se le hizo interminable, la guitarra tambien faltaba. por ultimo decidio buscarlo y subio el cerro del trabajo, sin tomar el camino zigzagueante, cruzó el monte luchando con los espinillos que se le clavaban en las piernas y en los brazos. por fin en la cima encontro al viejo. estaba tirado moribundo, del pecho le sobresalia el cabo de un puñal.
con el ultimo aliento el viejo le entrego la guitarra a ese hijo suyo hermoso como el rocío y fuerte como la piedra, que lloraba a su lado.
tomala, ahora es tuya y apurate que ya es hora y cerro los ojos. el niño, tembloroso su rostro empapado en lágrimas tomo la guitarra y comenzo a desgranar el ella una antiquisima melodia para que salga el sol
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